- Pérdida de peso inexplicable.
- Úlceras o heridas que no cicatrizan.
- Sangre en orina o en heces, así como problemas para orinar.
- Cambios en los hábitos intestinales que se alargan más de seis semanas.
- Problemas para orinar.
- Tos o ronquera persistente durante más de tres semanas.
- Dificultad para tragar.
- Fuertes sudores nocturnos.
- Dolor persistente e inexplicable durante más de cuatro semanas.
- En el caso de las mujeres, cambios inusuales en el pecho o hemorragias vaginales antes de la menopausia o entre las menstruaciones.
PREVENIR, LA MEJOR ARMA.
Si bien la detección temprana es esencial para garantizar una mayor probabilidad de curación, la prevención es el método más eficaz. Según la Asociación Española contra el Cáncer, el 70% de los tumores se pueden evitar con unas pautas concretas: tener una alimentación sana, realizar ejercicio físico, no fumar, evitar largas exposiciones al sol y cumplir la legislación sobre sustancias cancerígenas en el trabajo.
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