martes, 17 de noviembre de 2009

INDEPENDENCIA DE LOJA.





La gesta libertaria del 10 de agosto de 1809 no fue abatida con la masacre del 2 de agosto de 1810; al contrario, hizo crecer el ideal independentista manifestando en distintas ciudades del país y de toda la nación hispanoamericana.

Es así como el 9 de Octubre de 1820 se produjo la Revolución de Guayaquil; el 3 de Noviembre de 1820, Cuenca protagonizó una de las epopeyas más importantes de la independencia y Loja, el 18 de noviembre de 1820, proclamó su libertad en una manifestación cívica de carácter exclusivamente popular. A los requerimientos del jefe de la provincia libre del Azuay, el Cabildo Lojano, integrado casi en su totalidad por patricios adictos a la Corona, contestó en forma negativa; pero, el pueblo llano, el artesano, el campesino, el hombre de la calle, el pueblo de a pie, cuando supo esta noticia, no hizo esperar su respuesta de rebeldía.



Ya en la tarde del 18 de noviembre de 1820, previa convocatoria de Ramón Pinto, José Gabriel Peña, Nicolás García, José Picoita y Manuel Zambrano, una multitud se reune en la Plaza de San Sebastián (hoy Plaza de la Independencia) y avivando la causa de América libre recorren las calles hasta llegar a la Plaza Mayor. Encabezan el desfile de la libertad, modestos funcionarios, representantes del artesanado, campesinos aledaños; en suma, todo el auténtico pueblo lojano.

Al día siguiente ese pueblo vuelve a reunirse para elegir jefe de gobierno, designación que es aceptada por Don José María Torres Riofrío. No se hicieron esperar las represalias de los realistas.

Con el peso de sus abundantes armas trataron de levantar diques aquí y allá para detener el avasallador torrente independentista y lograron dominar nuevamente las plazas de Cuenca y Loja, iniciando conjuntamente un juicio contra los "insurrectos". Pero la presencia de Sucre y de los ejércitos libertadores hizo renacer un enfervorizado entusiasmo en las gentes de Loja que volcaron todos sus contingentes humanos y materiales en armas, dinero, provisiones y acémilas, para conformar el Ejército del Sur.




Por ese tiempo el Cabildo Lojano, con el afán de evitar la ocupación napoleónica de España, abrigaba la esperanza de que el ejército libertador de Bolívar pudiera reunificar e independizar a las "españas". El aporte material sumaba más de quinientos mil pesos, cantidad considerable en relación con los medios económicos y la cotización de la moneda en esa época.




El acta de la Independencia de Loja, que se guarda en el Salón del Cabildo, fue suscrita el 17 de febrero de 1822. El 18 de junio de 1822, Loja celebró alborozada el triunfo de Pichincha que sellaba la independencia nacional. Con esta oportunidad, el General Sucre envió una comunicación al nuevo Cabildo Lojano, agradeciéndole sus servicios y el apoyo entregado a la causa independentista: "El movimiento libertario no tocó a los intereses ni privilegios feudales, a pesar de que en Loja como ya se sabe, fue un movimiento popular alejado de la idealidad romanesca y los objetivos de los marqueses y condes de la independencia".


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